domingo, 28 de julio de 2013

Reflexiones 2013 - Un dos tres

06/04/2013
Qu'est-ce que c'est?

Más o menos así… “Qu’est-ce que c’est?”, y según el traductor de Google, debería quedar la expresión escrita de lo que repetía, en lengua francesa, en mis años de estudiante de la escuela secundaria.
   Los años pasan y sigo pensando en esa frase y en su significado… El significante sí puede escribirse diferente, y el significado puede ser parecido o no. Como siempre, el significado, en gran medida, depende del intérprete. Más allá de escribirse o pronunciarse en una lengua u otra, la pregunta está  ahí. Y qué es… es de lo que se trata esta búsqueda de sentidos u de horizontes de sentido –siguiendo a Habermans. Me gustaría ver el concepto de  “Horizonte”-entendiendo primariamente como “perspectiva” desde el cual se busca el sentido de la obra. Y cuando digo “obra” quiero decir también cada expresión que escribo o digo, cada acto en mi vida.
   Esto se trata de una búsqueda, de indagar en mí y en el otro, en tratar de entender ¿quién soy? y ¿quiénes somos? Y también qué es lo que hago o soy. Y soy en la medida que me cuestiono, y soy también antes, pero adquiero la calidad de algo en la medida que me pregunto y hago de mí un objeto de estudio.
   Y lo que soy es lo que hago, lo que creo con los elementos que tengo, lo que creo ser y lo que hago para lograr eso en lo que creo.
   Para entenderme busco también, lo expresé párrafos más arriba, al otro, a mis referentes o a mis espejos según la cosmovisión o punto de vista que utilizo para indagar. El otro ‘es’ en la medida que yo soy y, el otro está porque lo observo o me cuestiono sobre él ¿o está a mi pesar? Son sólo preguntas o son posibles respuestas en forma de preguntas.
   ¿Y qué busco? Quizás solamente vivir, entender mi presente a partir de conocer mi pasado, siempre desde la perspectiva del presente que vivo y desde la perspectiva o punto de vista desde la cual observo, lo que observo.  No habrá una verdad sino una interpretación de las cosas según desde donde miro, pero es un principio para seguir haciendo. ¿Haciendo qué? Pues sólo eso y nada más que eso que llamamos ‘vivir’.
   Me pregunto: ¿por qué es importante preguntarse? ¿Acaso será que implica un modo de ser y hacer del ser humano...?
   Mis reflexiones van por este lado hoy, me siento con ganas de pensar y repensar mi vida en estos términos. 
           
 Fray Bentos (Uruguay)
Esta imagen es de otro sitio (desconozco al autor)
Formosa (Argentina)
 Laguna Negra - Rocha (Uruguay)
                               
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Una llamada
09/04/2013
Qué simple forma de comunicarse, que manera de decir aquí estoy. Desde que existe el teléfono muchas voces se pueden escuchar sin estar tan cerca. Eso te dice que a alguien le importas y se contacta contigo.     ¿Qué es lo extraño? En esta era de las comunicaciones lo raro es no hacerlo por las otras mil vías de comunicación. Pero para aquellos que se han quedado a un lado de los nuevos medios hacer una llamada de larga distancia es todo acontecimiento. Y ahí reside lo extraño, o mejor será decir: lo extraordinario. Quién considera que de un modo u otro desea estar cerca de ti y busca esa manera que conoce para decir “Aquí estoy” me alegra, me permite sentirme bien, pues de un modo u otro nos dice que estamos cerca o no tan lejos como creemos.
   Pequeños gestos me muestran que dejamos huellas en los demás, y ellos dejan sus impresiones en nosotros. Agradezco esos importantes pequeños guiños.
   Daniel S…, un viejo amigo de la familia, un amigo de la juventud de mi padre se hace presente en esa llamada. Y no vuelve él solamente, sino de un modo insondable, también mi padre. Sí porque implica recordarlo vivo, joven, con su sonrisa amable siempre.
   La vida, como dice mi esposa, te regala esas pequeñas pero importantes sorpresas que te alegran o te emocionan un día cualquiera.
   Desde el otro lado de una línea alguien te dice “me importas” y eso, simplemente eso, es muy importante.
Agradezco esa llamada, ese tenerme presente, porque quizás, yo también, tengo presente a otros y no doy el paso de expresar que, ellos, son importantes para mí.

Ruta 11- Canelones  (Uruguay)
 

Canelón Grande - Embalse (Uruguay)
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Uno, dos, tres… tiempo de pensar
28/07/2013



En la radio suena el septuagenario cantante de los Rolling Stones, Mick Jagger. Vuela la imaginación a otros tiempos, lejanos ochentas cuando los conocí, aunque sonaban en los ’70 y antes; pero yo poco sabía salvo algunas pocas cosas. Lo cierto es que estuvieron como están allí acompañándome, como a tantos otros, con su vitalidad intacta, con su costumbre de jugar con la voz y los instrumentos para deleite de los que escuchamos desde esos lejanos tiempos.
   Considero a la música como la herramienta que nos permite soñar, revivir ciertos momentos, crear la atmósfera para una cierta situación. Así sea en la sola imaginación para recrear sobre el papel o la pantalla una huella en forma de cuento o novela. N hablo de poesía porque no es lo mío. Hablo de lo que me gusta hacer, más allá de que lo haga bien o mal. Me gusta escribir y la música es un hilo conductor para unir a los personajes y sus ambientes, para crear las imágenes auditivas y los gritos de colores que le dan un cierto sentido a las situaciones vividas por esos seres de tinta y papel o de bits.
   Hoy puedo dejar estas otras huellas, estas que son, como las otras, producto de un cavilar pero que no buscan sino invitar al lector a pensar en lo cotidiano, en lo simple de las cosas de todos los días y a las cuales no le damos la debida atención. Esas cosas son las que nos permiten sentirnos bien, las que nos gusta hacer y que dejamos de lado por el apuro de los tiempos, de trabajar para pagar las cuentas, las que dejamos para llegar a tiempo a la reunión de trabajo para coordinar lo que igual sabemos no cuajará debidamente pero a la cual asistimos porque creemos que sí. Las cosas son más simpes o más complicadas, pero bueno necesitamos creer que tenemos el control.
   Los invito amigos lectores de esta página, si es que hay quien que lea esta página, a pensar sobre lo que nos hace bien y dejamos de darles el tiempo necesario para que hagan su acción sobre nosotros, es decir: hacernos sentir bien.
   Una puesta de sol, una caricia del ser amado, un rato de compañía, una conversación amena, la lectura de un libro que nos lleva a vivir la aventura de algún personaje con el cual nos identificamos o no, ir a pescar, fotografiar la luna, mirar el mar o el río, mirar el lento paso de las canoas sobre las aguas del río que avanza, siempre avanza- sin detenerse-, escuchar música y… simplemente eso: escuchar… los sonidos que la noche, la tardecita con su puesta de sol y la luna, asomando tranquila, nos quiera contar, de estos u otros tiempos pasados o por venir, o del presente que se pasea ante nosotros.

Río de la Plata - Punta Espinillo (Uruguay)


domingo, 21 de julio de 2013

Cuento: Malaidea

Malaidea (Creer o reventar)

Sobre el Molino Victoria, hoy abandonado, se cuentan diversas historias y muchas son las cosas que realmente se conocen. Sin embargo, hay más de lo que no se sabe y solo llegan a nuestros oídos por el obsequio que nos hacen las voces de algunos que se animaron a contar, y de otros que decidieron investigar a fondo.
    El Molino fue construido allá por el año 1880 y funcionó a vapor, por lo cual se estableció sobre las márgenes del arroyo Canelón Chico, a fin de aprovechar sus aguas.  También sabe que sobre el año 1900, aproximadamente, se lo transformó en un molino eléctrico. Tuvo varios propietarios y hoy es una propiedad abandonada, en parte perteneciente a la comuna de la ciudad de Canelones.
    Se cuentan algunas historias sobre el lugar, una de ellas que se podía ver merodeando por el lugar a la bruja Malaidea, de la cual nadie dice otra cosa sino que era una historia para ahuyentar a los niños y a los jóvenes del lugar. Circulan otras historias  a las que no se le da crédito. Pero… algo pasó una tarde después que unos jóvenes fueron a pasar el rato al lugar y filmaron su visita. Dijeron: “lo subiremos a Youtube”. Y sí… lo hicieron. Todo parecía normal y nada de fantástico ocurrió durante su visita o después. Más, sin embargo, cuando los cibernautas visionaban las imágenes empezaron a darse cuenta de que podía verse, en los muros, unas imágenes que les resultaban llamativas. Pero pasaban muy deprisa. Era difícil observar algo nítido, y además, pronto uno pasa a ver otros videos, olvidando lo visto.
    Un joven, sin embargo, vio el video y le llamó la atención. Le pareció algo atrayente una imagen en una de las paredes. Entonces fue hasta el lugar a realizar registros fotográficos de las paredes, del interior y de los alrededores. Tampoco encontró nada especial. Hasta que observó sus imágenes impresas o cuando las vio ampliadas en la pantalla de su computadora. Sobre los muros del edificio, una suave y traslúcida silueta se movía sobre su superficie interior. Y no eran las palomas, ni las sombras de ellas sobre la zona. No… era otra cosa. Una clara imagen de una mujer, a juzgar por una especie de vestido y una larga cabellera. Como quien cojea se movía esa imagen sobre esas superficies hacia adelante o hacia arriba. Hizo más de trescientas fotos la tarde que fue a registrar las imágenes. Y la imagen de la mujer aparecía en uno u otro sector del muro.
    Sobre otra parte de la edificación, pero entre el follaje descubrió otras dos figuras. Una parecía la de un joven, la otra de una persona mayor, también con signos de vejez o de cojear.
Quedó asombrado por lo que encontró y se lo llevó a un amigo que es fotógrafo profesional y le preguntó qué era lo que él veía en esos registros. Éste, en principio, no vio nada en particular hasta que… tomó una lupa y fijó su atención sobre un sector de los muros.
    − Aquí hay algo raro… Y no está trucada la imagen –fue lo primero que le dijo.
    − ¡Claro que no! Te traje la máquina (digital) y las impresiones en papel justamente para que me dieras tu opinión, pues no sé qué creer.
   − Bueno, es claro que hay una suerte de imagen de una mujer en distintos puntos del muro, otras dos sombras o proyecciones sobre otras zonas de otros dos seres más. Tres en total, y distintos, pero con elementos comunes. Casi traslúcidos, pero no del todo, que claramente no es un truco fotográfico. Las dimensiones son de personas reales, los aspectos no lo son. Pero no conoces tú artimañas parar lograr esto. Eres un amateur, y no hay truco a mi entender. Realmente extraño.
    − Pues la primera vez que lo noté, y por eso fui al lugar a hacer registros fotográficos fue al ver un video en Internet.
    − ¿En un video?
    − ¡Sí, como lo escuchas, en un video! Pero apenas se notaba y por curiosidad fui a buscar algo. No sé qué.
    − ¿Y qué crees haber encontrado? –preguntó el fotógrafo profesional al joven amateur; con un tono entre burlón y de preocupación, en proporciones iguales.
    − No sé. La verdad no sé. Pero creo que ahí hay algo ¿no crees?
    − Sí, sí… algo hay, pero no sé qué es eso. ¿Y qué lugar es? Parece una fábrica abandonada o algo así.
    − Es un viejo molino.
   − Un lugar abandonado… Bueno, a veces los lugares quedan abandonados por cosas que no tienen mucha explicación.
   − Sí, bueno este era un molino que tuvo varios dueños y finalmente después de muchos años quedó así. Supe que allí murieron al menos dos personas. Por un lado falleció un joven albañil que estaba ayudando en la construcción de la chimenea. Murió cuando uno de los ladrillos que le pasaba a alguien, que estaba más arriba, cayó sobre él. Por otro lado, mucho más cercano en el tiempo, cuando la construcción ya estaba abandonada, se dice que murió un hombre sin techo que vivía allí. Fue arrastrado por las aguas desbordadas del arroyo. Lo que también sé es sobre la leyenda de una bruja a la que llamaban Malaidea. Muchos dicen que era una historia inventada para que nadie se acercara al lugar, pero… toda historia o leyenda encierra algo, u oculta algo.
     − ¿Y qué es lo que oculta esta leyenda?
    − Lo que sé hasta ahora, según investigué entre la gente vieja del lugar, porque la cosa me intrigó tanto que empecé a preguntar a algunos vecinos de la zona. Ellos me contaron algunas cosas, pero en general no sabían nada. Pero, me mencionaron algunos nombres de personas que aparentemente sabían. Los busqué en el pueblo y algunos de ellos vivían en la campaña, en sus casas.
    − Entiendo ¿Y?
   − Una vieja mujer, de unos noventa años, creo, me dijo que había sido criada de la segunda familia que tuvo al lugar como su propiedad. Y siendo niña supo que el primer dueño tuvo una hija que tenía ciertos problemas y que se la veía deambular por el lugar, como quien es sonámbulo. Pero andaba de día o de noche, por igual, recorriendo el molino con los ojos como quien sueña o como quien anda sin ver. Vestía un largo vestido con delantal, como se usaba en esa época. Un día dejó de verse a la joven y su padre nunca habló más de ella. La versión conocida por todos los de la época -relató la mujer- era que se había ido a otro país, presumiblemente al Brasil.
    Pero el viejo –el padre de la muchacha- no volvió a referirse a ella, nunca más. El viejo resoplaba como la máquina a vapor que hacía funcionar el molino si alguien le preguntaba por ella. 
   − Interesante…
   − Sí, y te digo más… Otra persona, un viejito muy simpático me contó, y yo le creo… Que la ‘mujercita’, la joven en cuestión. ‘Mujercita’, así fue como se refirió a ella este señor mayor. La joven tenía una enfermedad que la llevaba a andar sin saber por dónde y que algunas veces, un joven mantuvo relaciones con ella, por lo que quedó en cinta, eso enfureció al padre, no entendió y se encegueció. No quiso saber nada más del asunto y la hizo desaparecer, pero nadie la vio partir, y del joven nunca se supo quien fue. Sin embargo, un joven buen mozo, muy triste penaba en los boliches en esa época, y contaba que había perdido a su moza, pero nunca dijo un nombre único, sino siempre diferentes, por lo que los paisanos lo tomaron por mentiroso o borracho. Un día también se fue y con él la historia.
   − Increíble. Quizás algo de cierto hay. Dos veteranos que no te conocen, no creo que tengan por qué mentirte. Me parece ¿no?
   − Eso creo. Eso creo. Pero no puedo entender lo de las imágenes en los muros o en esas otras zonas que viste.
   − Bueno… yo tampoco, pero hay muchas cosas que no entendemos y tenemos dos posibilidades para ello. Seguimos buscando una explicación lógica, razonable y hasta científica digamos o… aceptamos que hay cosas que nos superan, que están más allá de posibles explicaciones y las dejamos por ahí.
   − Sí… pero esto me da vueltas en la cabeza. No paro de pensar en ello. Es una construcción de una industria que desapareció, de una vida que giró entre las manos de varias familias y hoy… nadie sabe nada. Entre el matorral pasa desapercibida no solo la construcción, sino las vidas de quién sabe cuántas personas. Y para colmo esas ‘imágenes’ que parecen decir algo en los muros. Imágenes que no son visibles a simple vista tampoco. Quizás fue una mala idea ponerme a investigar sobre el asunto. Mala idea, mala idea.
   − Mi madre –comentó el fotógrafo profesional-  tenía una expresión para cosas como estas: “creer o reventar”. Quizás ‘Malaidea’ sigue ahí. ¿No te parece?
Walter Rotela

Pedro Buda 2013

                            

















Quizás el amor perdura más allá...


lunes, 8 de julio de 2013

Trabajo Monográfico

Bajo el título "COMUNICACIÓN INTERPERSONAL Y ADOLESCENTES CON CAPACIDADES DIFERENTES" en el 2002, con la hoy Licenciada en Ciencias de la Comunicación, Analicia Mendoza presentamos un trabajo monográfico para la materia Sociología de la Comunicación, en calidad de Trabajo Final, el que puede leerse haciendo click en el siguiente enlace Monografía


domingo, 7 de julio de 2013

Cuento: AL RINCÓN...



Don Roberto Fuentes, llegado el día de las elecciones nacionales, fue a votar. Le tocaba sufragar en la misma institución donde cursó sus estudios primarios. Haciendo la fila para acceder a la urna recordó viejas historias de la infancia. Por momentos se lo veía sonreír, de a ratos el ceño aparecía fruncido y nervioso. Esto empezó a llamar la atención de uno de los funcionarios que atendía en la mesa de votación.
   Llegado el turno de don Roberto presentó la Credencial Cívica, el fiscal buscó en la lista que disponía ante sus gafas y lo autorizó a ingresar al cuarto secreto, al aula de clases que tan bien conocía don Roberto, pero de lo cual nada dijo en ese momento.
   Ingresó, buscó su lista y dirigió la mirada hacia los bancos, hacia la mesa del maestro de cuarto año de la escuela primaria. Parecía estar allí el viejo Rigoberto, al que tantos como él, le temían en la niñez. Rigoberto y su hermano, habían creado una malísima relación con la mayoría de sus alumnos y el tiempo no había borrado los malos momentos.   
   El fiscal de mesa miraba insistentemente su reloj pues el hombre adentro demoraba más de lo prudencial, más que lo que cualquier otra persona que hubiese pasado en sus casi veinte años de servicio a la democracia, como fiscal, como testigo de elecciones nacionales, de lo cual estaba muy orgulloso. Miró su reloj por enésima vez y cuando estaba a punto de ir a ver qué demoraba al votante, éste salió sonriendo.
   Uno de los integrantes de la mesa, el que se había percatado temprano de la sonrisa y el nerviosismo del votante lo miró y con muy poco tacto le espetó: “¿Por qué tardó tanto? ¿No vio que hay muchas personas esperando por entrar y seguir con su actividades?”. Don Roberto Fuentes con su mirada más calma y con una paz que brotaba de su interior,  expresada en una cordial sonrisa le contestó, con voz entrecortada pero alegre:
   -  Es que… recordé algunas anécdotas de mi niñez… Fui alumno de esta institución, cursé en este salón el cuarto año escolar. Y gran parte del año lo pasé parado en un rincón… al lado del pizarrón que está allí –dijo, señalado hacia la puerta.
   Las personas que estaban allí no entendían nada, pero poco a poco iban haciendo el esfuerzo de escuchar lo que el hombre contaba.
  - Entiendo… pero también podía recordar esos momento aquí afuera ¿no?
    ̶    Sí… pero es que hice algo más que le parecerá ridículo…
  -  Bueno, si es que le parece mejor cuéntenos, pues nos tiene intrigados… -todos parecieron asentir la idea con la cabeza.
   ̶   Bueno, pues me paré en el mismo rincón donde pasé tantas tardes en mi infancia, cuando cursé el cuarto año.
   La risa escapó de los oyentes -como de altoparlantes- y quien contaba la anécdota también echó a reír y sintió un alivio enorme. Lo miró al fiscal y le dijo:
   ̶    Gracias… esto fue muy liberador, no me había sentido tan bien desde quién sabe cuánto tiempo. Esto fue liberador… gracias.
   Caminando rumbo a la salida iba con una amplia sonrisa y recordó a los dos maestros: Rigoberto al que llamaban “Rigor” y a su hermano Justo, a quien se referían como “El injusto”. Ambos lo habían marcado en la niñez de un modo u otro. Uno le había dejado una cicatriz al romperle una regla en la cabeza, la cual tuvo que pagar el padre de don Roberto Fuentes. El señor Fuentes de Vida, quien no dudó un instante en atender la solicitud del maestro. Éste era considerado toda una institución, el ejemplo de rectitud y buen ejemplo.
   Eran tiempos en que la autoridad del maestro era incuestionable, donde los derechos de los niños era algo que si existía, nadie escuchaba su voz, pues el adulto era quien tenía la única palabra. El otro maestro le dejó una huella más profunda, una casi imperceptible, lo había hecho sentir humillado ante todos al no poder contener la orina a la salida de clases. Lo que se manifestó en los pantalones mojados. Toda la clase lo observó, después que el docente le recriminó la incontinencia. El niño quiso explicar que no había podido ir al baño por estar castigado, por estar parado en el rincón, el mismo rincón de cada día, el mismo al que había acudido minutos antes como en una suerte de purificación, de purga de un mal recuerdo reemplazado ahora por la sonrisa compartida con los ciudadanos que elegían a sus representantes.
   La herida empezaba a cerrar, era algo pendiente, y se sabía feliz, pues como profesional de la salud sabía que las heridas curan si nos ocupamos de ellas. Siguió sus pasos hacia la calle y mentalmente expulsaba a los malos recuerdos al rincón.

Pedro Buda 2012

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